Para formar un buen profesional, la característica
principal es que sea reflexivo. Un profesional reflexivo sería capaz de
analizar la actuación propia desde la perspectiva de diferentes principios
teóricos y de aplicar aquellos más apropiados para su perfeccionamiento. Sería
capaz de aplicar la teoría como un instrumento para el conocimiento y mejora de
la realidad. En definitiva, el profesor como profesional reflexivo estaría en
condiciones de realizar una tarea muy próxima a la investigación- acción, que
diera lugar a un proceso continuo de perfeccionamiento de su labor profesional.
Otra característica de gran importancia es que el profesor
conozca la dimensión contextual de la comunicación didáctica. El profesor ha de
conocer datos acerca de la comunidad social en que se encuentra su centro
escolar y de la que proceden sus alumnos. Por otra parte, cada centro escolar y
cada grupo o clase poseen unas características que vienen determinadas por la
historia de su evolución anterior. Ya dentro de su propio grupo de alumnos, el
profesor debe reflexionar sobre sus características, no pudiéndose desarrollar
de igual manera la comunicación didáctica si estamos ante un numeroso grupo de
alumnos o uno reducido. La historia del centro escolar y del propio grupo de
trabajo deben constituir por lo tanto, importantes ámbitos para la reflexión
del profesor. En referencia a sí mismo, la reflexión del profesor se convierte
en numerosas ocasiones en autorreflexión.
Para poder comprender mejor las características de su
actuación, el profesor ha de profundizar en el análisis de sus propios
pensamientos, porque de ellos va a depender en gran medida su comportamiento
frente a los alumnos. En este sentido el profesor deberá detectar si sus
conocimientos y preparación profesional son lo suficientemente amplios o si es
capaz de aplicarlos con eficacia. También debe de ser consciente de la
influencia que sus teorías y creencias sobre la enseñanza pueden ejercer en su
forma de comunicación.
Como hemos dicho anteriormente, dicho profesor ha de
conocer datos acerca de la comunidad social, del centro escolar y de cada grupo
o clase, debiendo de tener en cuenta las características psicológicas de sus
alumnos, desarrollando la dialógica y argumentativa, para que el proceso
interactivo sea fluido. Estas competencias nos llevan a perfeccionar unas sub-
competencias, como son:
- La sub- competencias narrativa y la empatía.
- La sub-competencia dialógica, que se adquiere al profundizar en las situaciones del acto formativo.
La interacción necesita de un discurso cercano, que llegue
a todos y esté apoyado en los códigos, aparte de esto, deben asumirse y
aplicarse las competencias y sub-competencias en el mismo. Aparte de todo esto, se debe escribir un
metalenguaje con los conocimientos de términos relevantes y de carácter
formativo.
Finalmente, la tarea autorreflexiva del profesor debe trasladarse
desde sus formas de actuación a sus formas de ser personal. Los rasgos
personales que debe tener todo profesor son los siguientes:
- El carácter atento del profesor, su actitud positiva
hacia la comprensión de la realidad del alumnado.
- La preocupación respetuosa del profesor por el alumno.
- La naturalidad, el ser auténtico, sin fachadas ni
apariencias.
La posesión por el profesor de rasgos personales como los
citados da lugar a actuaciones de los alumnos caracterizadas por una mayor motivación
y autonomía, una elevación de la propia imagen, más solidaridad en el trato con
los compañeros, mejora en la confianza para la relación con sus profesores,
incremento de la capacidad de expresión personal… (Rosales, C. 1990, 162).
El profesor debe incidir en aspectos relativos a la
vinculación constante entre teoría y práctica,
a la utilización de técnicas de observación sobre macor y
microdimensiones didácticas, sobre aspectos normales e incidentales, sobre la
actuación individual y grupal, sobre uno mismo y sobre el contexto. Es preciso
también que el profesor conozca las técnicas de investigación-acción y técnicas
de investigación del pensamiento.
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